Operadora

En 1882, se instaló la primera línea telefónica en Donostia, conectando el Gobierno Civil con el Ayuntamiento. En 1908, la Diputación de Gipuzkoa obtuvo la concesión para establecer y explotar una red telefónica provincial. El papel de las operadoras incluía conectar manualmente las llamadas entre los abonados, proporcionar información y asistencia a los usuarios y usuarias, y mantener registros de las llamadas realizadas.

Las condiciones laborales no eran óptimas. Tenías que soportar largas jornadas de trabajo, a menudo en turnos rotativos, y requerían habilidades como rapidez, buena memoria y cortesía. Las operadoras telefónicas eran todas mujeres, generalmente jóvenes y solteras, ya que el trabajo era considerado femenino.

Pero el trabajo de operadora telefónica representó una oportunidad laboral importante para las mujeres en una época de opciones limitadas y contribuyó a la incorporación de las mujeres al mercado laboral formal.

En 1924, se creó la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), que asumió la gestión de la mayoría de las redes telefónicas del estado. La automatización gradual de las centrales telefónicas a partir de los años 50 y 60 comenzó a reducir la necesidad de operadoras manuales. Con la introducción de centrales automáticas, el papel tradicional de las operadoras fue disminuyendo. Muchas operadoras fueron reubicadas en otros departamentos de las compañías telefónicas o se les ofreció formación para nuevos roles.

Aunque el trabajo de operadora telefónica tradicional ha desaparecido en gran medida, su legado persiste. Ellas contribuyeron significativamente al desarrollo de las telecomunicaciones en Gipuzkoa y en todo el país y fueron pioneras en la incorporación de las mujeres al sector de las telecomunicaciones. Su trabajo sentó las bases para los modernos servicios de atención al cliente en el sector. Hoy en día ese trabajo lo hace chatbots, generalmente con voces femeninas.