Porfa, un favor

La obra de Irati Cano Alkain transita varios binomios que dejan a la persona espectadora descolocada, en un “no lugar”.

Proyecto de Video Arte Específico
Proyecto de Irati Cano Alkain (2025)
— 3 min

Pasado ←→ Presente
Hombre ←→ Mujer
Productivo ←→ Reproductivo
Empresa ←→ Casa
Analógico ←→ Digital

Son, a priori, binomios simples que se ramifican, abriendo paso a cuestiones más complejas que quedan expuestas a una posterior reflexión.

La voz de un varón sermonea a (todo parece) un público que le escucha; por tanto, no solo es voz, sino que incluye un foro al que dirige su mensaje. Esta voz plantea cómo (maybe/quizás) las mujeres (todas ellas) son esto o lo otro y actúan de esta o aquella forma. La voz nos traslada a un pasado de discursos totalitarios; da cuerpo no sólo a un patrón, sino al propio patriarcado.

Un conjunto de imágenes de planos cortos en blanco y negro se acompaña por voces de mujeres (basadas en mensajes de WhatsApp) que se piden u ofrecen ayuda. Este fragmento nos habla de los cuidados, de los espacios productivo-reproductivo y empresa-casa. Este espacio está ocupado por mujeres y también se desarrolla gracias a la red de afectos, de sororidad y colaboración tejida durante generaciones. Son precisamente las emociones –la materia prima de los cuidados— las que terminan anulando la voz del varón, que cierra la pieza sembrando una teoría sobre las emociones inherentes a la condición femenina, que la incapacita para liderar en igualdad de condiciones.

La irrupción de las tecnologías digitales y la velocidad de vértigo con la que han cambiado nuestros modos de organizarnos y nuestra secuencia vital han generado dependencia y deteriorado nuestra calidad de vida. El teletrabajo es el nuevo modelo de esclavitud contemporánea y las asistentes de voz (la mayoría voces femeninas) parte de esa fuerza de trabajo esclava. Para subrayar esto, las voces de los WhatsApp han sido generadas con inteligencia artificial, por asistentes de voz. No es una fórmula gratuita. Las mujeres tenemos voz, somos y estamos. Sin embargo, en un sistema en el que la desigualdad y el patriarcado siguen siendo un problema endémico, solo se puede esperar que el avance de la tecnología refuerce este estado del arte. Las tecnologías siguen siendo, en su gran mayoría, creadas por hombres y, por tanto, las mujeres permanecemos como objetos, y no sujetos, de nuestros propios cuerpos y realidades. Sexualizadas, “emocionalmente debilitadas”, desvirtuadas, desvalorizadas… maybe.

Ainara Martin
Comisaria