Historias del trabajo

Mamerta Gárate: Poder y Herencia Femenina

La Viuda de Juan José Laborde era Mamerta Gárate, originaria de Asteasu. Tras la muerte de su esposo a los 56 años, Mamerta Gárate tomó las riendas de la empresa familiar de litografía en Tolosa.

Gracias a la considerable fortuna que heredó, que incluía numerosos caseríos y propiedades en Argentina, pudo mantener y modernizar el taller litográfico con los adelantos técnicos más importantes de la época. Bajo su dirección, la empresa se conoció como “Viuda de Juan José Laborde e Hijos”, y posteriormente se unió con la familia Labayen.

A nivel mundial, solo un tercio de las empresas tienen una mujer como propietaria o copropietaria. Esta proporción varía según el país: alrededor del 25% de las empresas tienen mujeres propietarias en los países de bajos ingresos, en comparación con el 36-37% en los países de ingresos medios y altos. Cuando las mujeres ganan poder en las empresas, como en el caso de Gárate, es en circunstancias específicas, como durante una crisis o en el contexto de las empresas start-ups. Las mujeres tienen más probabilidades de ascender a roles de liderazgo durante períodos de inestabilidad o crisis organizacionales, un fenómeno que a menudo se conoce como el “acantilado de cristal”. Las empresas pueden ver a las mujeres como más aptas para estos roles debido a rasgos percibidos como colaboración, resiliencia y habilidades de gestión de crisis. En las empresas familiares, las mujeres pueden asumir roles de liderazgo después de la muerte o incapacidad del fundador. Las empresas emergentes también brindan un entorno menos jerárquico donde las mujeres pueden establecerse como fundadoras o cofundadoras. A pesar de su presencia en las empresas emergentes, las mujeres fundadoras enfrentan barreras significativas para acceder a financiación. Por ejemplo, menos del 25% de las empresas emergentes de tecnología tienen mujeres en sus equipos fundadores, y persisten las disparidades de financiación.

A menudo se estereotipa a las mujeres como líderes más empáticas y colaborativas, lo que puede convertirlas en opciones atractivas durante las crisis, pero también puede encasillarlas en roles de apoyo en lugar de posiciones de poder. Elegir mujeres para liderar durante las crisis a menudo hace que sea más fácil culparlas si fracasan debido a la naturaleza precaria de esos roles de liderazgo, lo que aumenta su probabilidad de convertirse en chivos expiatorios. Los canales corporativos tradicionales a menudo excluyen a las mujeres de los puestos más altos debido a sesgos sistémicos y al fenómeno del “peldaño roto”, que explica por qué menos mujeres son promovidas a puestos gerenciales al principio de sus carreras. Las empresas emergentes ofrecen a las mujeres una oportunidad de eludir las jerarquías corporativas tradicionales y crear sus propios caminos hacia el liderazgo. Si bien se están logrando avances, son necesarios cambios sistémicos para garantizar la representación de las mujeres en todos los niveles de liderazgo más allá de las crisis o los emprendimientos empresariales.

REF: CC BY-NC 4.0 2015 / KUTXATEKA / Photo Carte / Zugasti, Agustina (Vda. de Martín)

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